Relaciones entre especies

 Factores determinantes en el ambiente

Factores extrínsecos:   

Son aquellos tipos de factores que operan sobre la población desde el exterior, es decir, son los factores que están constituidos por las propiedades del medio ambiente, como pueden ser el clima, la depredación, los alimentos, las enfermedades, entre otros.



Factores intrínsecos: 

Los intrínsecos se relacionan con el estado funcional y de salud del individuo comorbilidades, incapacidad funcional, alteraciones del equilibrio, movilidad, territorialidad, tensión social y problemas para realizar actividades de la vida diaria. Además, estos factores se generan dentro de la población. 


Interacciones entre organismos

Dentro del mundo de la ecología existen diversos sistemas los cuales ayudan a clasificar a las diferentes especies en distintos tipos. Estos sistemas se clasifican con dos símbolos para representar el efecto sobre ambos organismos que participan en la interacción

A estos sistemas se les conoce como sistemas más-menos-cero debido a que indican la relación que pueden tener 2 individuos entre ellos mismos. Es decir un sistema +/+ es una relación donde ambos individuos salen beneficiados. Un sistema +/- es una relación donde un individuo sale beneficiado mientras el otro sale perjudicado. Un sistema +/0 es una relación donde un organismo se beneficia sin perjudicar al otro. Un sistema -/0 es una relación donde un individuo sale perjudicado mientras que el otro individuos queda inafectado.

Dentro de estas interacciones podemos encontrar varias categorías en las que se pueden formar relaciones entre 2 organismos.


Ley del mínimo:

Ley de Liebig o Ley del Mínimo, es un principio desarrollado en la ciencia agrícola por Carl Sprengel y popularizado después por Justus von Liebig. Esta ley establece que el crecimiento de un vegetal depende del nutriente que se tiene en menor cantidad, es decir, un organismo requiere diversos nutrientes y si tiene muy poco de alguno de ellos, esto, limitará el desarrollo del organismo, sin importar la abundancia de los otros nutrientes como pueden ser los macronutrientes o los micronutrientes


Relaciones tróficas: 

Se denominan relaciones tróficas las basadas en la transferencia de materia y energía de unos organismos a otros mediante la alimentación. Según la forma de obtener el alimento los seres vivos se agrupan en diferentes niveles tróficos. Existen varios tipos de cadenas tróficas, según los organismos que las inician o se sitúan en la base de las mismas: Cadenas tróficas de depredadores o cadenas basadas en herbívoros. 

Existen 6 niveles tróficos, los cuales son productores primarios, consumidores primarios, consumidores secundarios, consumidores terciarios, consumidores cuaternarios y descomponedores. En una cadena trófica, cada eslabón obtiene la energía necesaria para la vida del nivel inmediatamente anterior; y el productor la obtiene a través del proceso de fotosíntesis mediante el cual transforma la energía lumínica en energía química, gracias al sol, agua y sales minerales.



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Relaciones simbióticas: 

El término simbiosis se aplica a la interacción biológica, a la relación o asociación íntima de organismos de especies diferentes para beneficiarse mutuamente en su desarrollo vital. Además se aplica a la interacción biológica, a la relación estrecha y persistente entre organismos de diferentes especies. Los organismos involucrados en la simbiosis son denominados simbiontes. 

Estos tipos se definen de acuerdo a la relación de espacio que existe entre ellos y a si los simbiontes se ven beneficiados o no. Existen algunas relaciones simbióticas en las cuales los participantes necesitan de su compañero tanto como para mantenerse con vida, mientras que en otras solo para lograr cubrir determinadas necesidades. Además de estos tres tipos fundamentales, las relaciones simbióticas pueden clasificarse como relaciones ectosimbióticas y la endosimbióticas.

En la ectosimbiosis un organismo vive junto a otro, por ejemplo los percebes en las ballenas. En la endosimbiosis un organismo vive dentro de otro organismo vivo, como los lactobacilos dentro de los humanos. También se pueden clasificar como obligadas, la relación es necesaria para que uno de los participantes continúe con vida y otra como facultativas, es decir, la relación beneficia a uno de los organismo, pero no es necesaria para que este sobreviva.

Teoría del forraje óptimo: 

La teoría del forrajeo óptimo es un modelo ecológico de comportamiento que ayuda a predecir cómo se comporta un animal cuando busca comida. Si bien la obtención de alimentos proporciona energía al animal, la búsqueda y la captura de los mismos requieren energía y tiempo. La teoría del forrajeo óptimo predice que cuando la densidad del alimento es alta, el predador se especializa en presas de buena calidad e ignora las de bajo contenido alimenticio. Pero si la densidad del alimento disminuye el predador se vuelve menos selectivo y amplia el rango de selección de las presas.

La teoría de forrajeo óptimo, propone que los organismos al buscar, seleccionar e ingerir alimento siguen aquellas estrategias de comportamiento que les permiten obtener la mayor tasa neta de consumo, es decir, obtener el mayor beneficio con el mínimo esfuerzo y riesgo posibles. El teorema de valor marginal muestra que el tiempo óptimo de permanencia en un parche de alimentación depende del tiempo de viaje hasta el mismo.



Síndrome de adaptación general

Hans Selye (1907-1982), prestigioso psico fisiólogo vienés, observó que el cuerpo manifiesta una respuesta general, estereotipada y universal, ante agentes nocivos (a los que llamó estresores). A esta respuesta le puso el nombre de síndrome general de adaptación (SAG)El SAG consta de tres fases, si bien no siempre se pasa por todas ellas. De hecho, lo ideal es que no se llegue hasta la fase de agotamiento, sino que el estresor desaparezca o le hagamos frente antes. Estas fases son:

Fase de alarma: Ante una situación o estímulo que altera nuestro equilibrio, nuestro cuerpo se queda paralizado inicialmente, para justo después tener un repunte de activación y energía, pasando a un estado de hiperconsciencia o hiperalerta. Podemos notar taquicardia, sudoración y otros síntomas inespecíficos.

Fase de adaptación: Si el estresor persiste o aparece de forma intermitente, nuestro cuerpo no puede seguir haciéndole frente con la sobre activación de la fase de alarma. Por ello, la activación se estabiliza y alcanza un nivel prácticamente normal, pero aún excediendo los recursos disponibles.

Fase de agotamiento: Si el estresor se sigue prolongando o repitiéndose, los recursos de nuestro cuerpo pueden llegar a agotarse y nos es más difícil adaptarnos, es decir, el estrés deja de cumplir su función principal. Si llegamos a esta fase, podemos encontrarnos con una mayor vulnerabilidad a las enfermedades y a los síntomas psicopatológicos. El estrés puede estar relacionado o influir en la aparición de brotes de alguna enfermedad, en la aceleración del envejecimiento, en el desarrollo de síntomas como insomnio, aumento de la ingesta, falta de concentración, e incluso en la tendencia a magnificar los estresores, ante las dificultades para adaptarnos a ellos tanto física como psicológicamente.








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